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20 de junio de 2015

En Tierra del Fuego el castor no tiene freno y ya amenaza a Bariloche




Bahía Inútil, Puerto Hambre, Isla Furia. En 1520 los exploradores creyeron que la Isla Grande de Tierra del Fuego sería imposible de poblar. El frío extremo, la hostilidad del paisaje y las dificultades para llegar la condenaron como páramo. Sin embargo, esa porción de tierra austral fue colonizada en tan sólo 70 años por el castor, especie introducida en la isla para fomentar la industria peletera. El proyecto no prosperó y ahora en la provincia hay más castores que habitantes, tienen un total dominio de los bosques y creen que en 25 años llegarán a Bariloche. ¿El plan de control? Fue aprobado en 2011 pero aún no está en marcha.
El jueves se estrenó "Castores, la invasión del fin del mundo", un documental sobre la especie exótica que se introdujo en la isla en 1946. El film arranca con una foto en blanco y negro de dos personas vestidas de corbata y mocasines a bordo de un gomón. Más atrás, flota sobre el Lago Fagnano el avión del que bajaron a 20 castores provenientes de Canadá.
Durante 35 años su caza estuvo prohibida. En ese tiempo los animales se reprodujeron, cambiaron el curso de los ríos, derribaron árboles centenarios e inundaron bosques. En 1994 detectaron que no sólo habían tomado todas las cuencas de la isla y las adyacentes, también cruzaron el Estrecho de Magallanes y alcanzaron la Península Brunswick, ya en territorio continental de Sudamérica. Hoy en Tierra del Fuego hay 150 mil castores y 134 mil habitantes.
"Es esperable que la invasión llegue a Bariloche. Está comprobado en Tierra del Fuego que también puede habitar ambientes sin árboles, es decir, la estepa. Así que no hay razón para no predecir que la invasión llegue a Bariloche o más", resume Christopher Anderson, biólogo de Conicet.
El castor no es la única especie exótica que se introdujo en Argentina ni en el archipiélago, pero está entre las más dañinas. "El castor cambia drásticamente la dinámica de los ríos y arroyos, convierte tramos en lagunas, tiene fortísimo impacto sobre el bosque de riberas", enumera Claudio Chehébar, biólogo a cargo de la Delegación Regional Patagonia de la Administración de Parques Nacionales. En Canadá, el castor tiene depredadores naturales; en el sur, no. En su tierra nativa, los árboles cortados rebrotan, pero en la isla una lenga que es cortada, muere. En el norte, los árboles suelen soportar la inundación que producen los embalses; en Tierra del Fuego, no.
Hace siete años se realizó un estudio para erradicar al castor de la Patagonia e impedir su avance al continente. Los investigadores concluyeron que la eliminación del roedor era urgente y prioritaria. Además de afectar la flora, sus diques cortan caminos, afectan a la ganadería y agricultura de la zona. Marta Lizarralde, directora del laboratorio del Centro Austral de Investigaciones Científicas, dice que además de que no hubo continuidad en el control, hay dificultades técnicas, organizativas y financieras. "Necesitamos un proyecto a largo plazo y permanente. Estamos controlando como podemos a este ingeniero hidraúlico perfecto, pero destructivo que es el castor", dice.
En 2011, Argentina y Chile firmaron un convenio de erradicación. Pero aún no hubo avances. Desde la Secretaría de Ambiente de la Nación aseguran que la asignación de fondos "es inminente". "El proyecto tiene asignado US$ 3,9 millones del Fondo del Medio Ambiente Mundial, a través de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, y un aporte de US$ 18,2 millones de Nación. En su última visita a Roma, la presidenta Cristina Fernández firmó acuerdos que incluyen la asignación de fondos. Apenas estén disponibles implementaremos varias estrategias, entre ellas la de controlar al castor", señalaron.
VIA CLARIN

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