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9 de octubre de 2011

Que hay detrás de la puja de Visa por Monedero y su impacto en el SUBE


El negocio de la “billetera electrónica” o tarjetas de micropagos es una deuda pendiente d elas grendes empresas del dinero “plástico”. Hasta ahora la mayoría d ela siniciativas, como en su momento fueron las tarjetas Gift u Oasis de la BNL, fracasaron estrepitosamente. Es que no tiene mucho sentido andar recargando una tarjeta para comprar chicles, cigarrillos o una entrada de cine, cuando se puede pagar en efectivo sin más trámite.

Pero una iniciativa del gobierno de Cristina Kirchner podría darle la revancha a Visa, que incluso tuvo que archivar en el pasado varios proyectos en este sentido. Es que el Sistema Unico de Boleto Electrónico (SUBE) que lanzó en el 2009 la Casa Rosada para enfrentar la crisis que se generó en ese momento por la escasez de monedas, aparece como la plataforma ideal para montar una empresa de dinero virtual, un proyecto estratégico en cualquier compañía que se dedique al dinero plástico como es el caso de Visa.

De hecho, las pocas experiencias de bilettera electrónica que funcionan en el mundo se montaron sobre tarjetas de transporte, ya que ante la inevitabilidad de su uso, los usarios luego comienzarn a darle otras utilidades de micropagos.

Para meterse en este negocio, absolutamente regulado por el Estado, Visa ideó un atajo: la compra de la tarjeta Monedero que hace una década lanzó el grupo Roggio para los pasajes del Subte porteño que opera a través de Metrovías. Cuando el gobierno lanzó el SUBE le permitió a Monedero adherirse al sistema, ya que en rigor era la única experiencia exitosa y con una importante cantidad de tarjetas en la calle funcionando.
Meses atrás, Visa desembarcó en el negocio e inició las negociaciones con el grupo Roggio para quedarse con Monedero, lo que depertó de inmediato los recelos del sector y hasta del gobierno, a los que no termina de blanquear cuales son los reales intereses que persigue con esta movida.

El lobby más fuerte contra Visa lo encabezaron los colectiveros que viven la implementación del SUBE como una catástrofe en cámara lenta. Es que la tarjeta les transparenta todo el negocio, que hasta ahora usufructuó la opacidad de su operación. El SUBE pone en blanco sobre negro cantidad de pasajeros, trayectos, recaudación, de manera que precisa los subsidios que deberían recibir y los impuestos que tendrían que pagar. Con un agravante: en el futuro la Secretaría de Tarnsporte podría aplicar el subsidio directamente en la tarjeta del usuario, de una manera más inteligente, graduándolo según el poder adquisitivo. Los colectiveros se perderían así un negocio cruzado de corrupción, pero que sigue siendo muy rentable.

No se descarta incluso, que los colectiveros aspirarían a crear ellos una compañía que administre o colabore en la operación del SUBE –como es el caso de Monedero-, pero en el gobierno tienen demasiado claro que sería como poner al zorro a cuidar las gallinas.

La Secretaría de Transporte que comanda Juan Pablo Schiavi viene lidiando con estas presiones cruzadas, mientras avanza en la implementación del sistema, que en el último año pegó un salto grande. Actualmente está implementado en las 136 líneas de colectivos del área metropolitana, en el subte y ya comenzaron a colocarse las máquinitas en el ferrocarril Roca. Hoy el 35% de las operaciones de boletos ya se realizan por el SUBE, con un 30% en colectivos, un 60% en el subte y un 10% en trenes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mira vos que loco